
HOY… de camino en el metro ocurrió lo que ya se esperaba.
“Todo empezó con una mirada. Se habían sentido, ya se habían visto, en efecto el tenia rizos, cabellera con escaleras al cielo que al mismo tiempo bajaban al infierno. Isabel sintió que sus alas le tocaron las mejillas, lo vio, por que de todos era el único flotando. Entre mil el sobrevolaba. Isabel desprendida de la realidad murió por 20 segundos, exactamente el tiempo que el la miro completa.“Vamos, no creo que haya sido real, el dolor en el costado era demasiado hermoso para ser verdad” Ambos apretaban su costado, sentían el dolor y ambos se miraban fijamente a los ojos con sorpresa. Avanzaba el metro y corrían hacia el lado opuesto sin queREr dejar de verse.Hasta que se perdieron la vista… “
- ¿Ya lo encontraste?
-¿A quien?
- Al que vuela…
HOY viajé en metro. Otra vez, por fin pude comprarme más memoria para guardar miles y miles de películas y canciones.
Y de pronto… en la estación Xola subió un chico recitando un poema de Sabines, pensé que era el chico darketo que siempre lo hacia… pero no.
Me atrapó, de inmediato me atrapó, seguramente esta estudiando teatro por que la manera en la que interpretaba aquel poema me dejo boquiabierta. En algún momento tomo su patineta y la levanto para simular que tenia un bate y pego con un tubo del metro e hiso la misma cara que hago yo cuando la caga sin querer. Gritaba, se movía, respiraba, miraba, me enamoraba…
Supongo que todos notaron la manera en la que se me escurría la baba, pues me miraban con una risita burlona.
Lo escuche tan atentamente que quise grabarme su voz y su rostro. Iba vestido con un pantalón azul, una playera blanca y una chaqueta roja con un estampado que sobresalía, sin duda me gusto por no combinar, eso me gusta, vestirme sin combinar. Tenía el cabello largo, ondulado… ¡Ondulado! ¡Sabia que pasaría como con Isabel! Tenía la sonrisa más elegante y contagiosa que jamás he visto en hombre alguno, la piel de durazno y las cejas repletas, gruesas. La mandíbula amplia, justa de un hombre guapo a mis gustos, las manos grandes, grandes.
El actuaba, y yo lo miraba y entonces paso… cruzo su mirada con la mía y sonrió.
Termino diciendo: “se acepta una moneda con la que guste cooperar, una sonrisa, una cachetada, una patada, un comentario, una propuesta” -y otras cosas que no recuerdo que dijo por que me había puesto a invocarlo hasta mi lugar, pero si recuerdo que me dije que por que no dijo que se aceptaba un beso… - .
Yo saquee dos pesos de mi bolsa y el caminaba hacia donde estaba yo con mis amigos, le extendí la mano con aquellas dos monedas brillantes y le dije “¿Que tal un poema de Oliverio Girondo?” Y me respondió con esa hermosa dentadura blanca “ahh si, bueno, ojala que para la próxima ¿el de me importa un pito no?” Le dije que si, con mis ojos casi por explotar de saber que lo conocía, conocía mi poema favorito… y por que dijo que tal vez para la próxima ya que el metro estaba apunto de llegar a la próxima estación. Pero empezó a recitarlo, me llene de asombro pues había respondido a mi petición, pero lastima, el tren iba a llegar a la siguiente estación y lo semi-termino, y al final dijo lo que esperaba escuchar: “Pero eso si, y en eso soy irreductible, no le perdono bajo ningún pretexto que no sepa volar…”
Le dije gracias, sonrió, me agradeció y bajo del vagón…
Lo mire y me miro, el metro se fue y yo me enamore, no 5 minutos, no el viaje de regreso a casa, me enamore por completo. Por fin, ¡Encontré al que vuela! y tiene el cabello ondulado… tal y como lo había soñado.
Yo se volar y tu también.